sábado, 18 de diciembre de 2010

Un Comienzo

Aun con el rumor vacilando en los labios, entre estelas de la espuma de mar acariciando los cabellos. Asi desperte entre las


marismas de un sueño altergado, entre los pliegues de una piel embravecida.


Estaba intoxicado en la misma presencia de su ausencia, añorando el descanso de mi cuerpo, respirando la esencia de un perfume


mezclado en el viento, entre los aromas de cafe y el amanecer calentando las sabanas.


Reverberando mi cuerpo, desayune en la soledad de mis pensamientos, entre las hojas garabateadas de poesia, de prosa que sangraba


desde mi alma. Respirando la libertad de aquel espacio en las alturas de la ciudad donde el viento respiraba las historias


que amanecian.


El cafe recien hecho alimento mi cuerpo, y en la voragine de su negrura veia los sueños lascivos de la noche, dibujandose, extasiando


el subconciente, entre aquellos cuerpos errabundos que dejaban su esencia entre mis sabanas.


Solo fue ante aquella femenina presencia que desperte a la propia consiciencia. Desnuda en el dintel de la puerta de mi alcoba,


mostraba su cuerpo moreno con el orgullo de los años, consciente de su propia belleza.


Le sonrei abiertamente sin el cansancio de las horas, y aunque mi cuerpo gritaba por descanso y buenos tratos, le extendi mi mano


al tiempo que encendia un cigarro.


Aquella escena en silencio, enredados en el amanecer del dia, a la intemperie de mi balcon con la ciudad debajo dominando nuestros


actos, era la libertad del cuerpo, lo sensual de aquel momento, que de tan efimero se volvia eterno.


Ella camino con lo sensual de sus pies descalzos en la inmesidad de su desnudez, sonriendo la marisma de sus sueños, entre el enredo mismo


de los cabellos arremolinados. Se sento con las piernas abiertas sobre mi falda, tomo un sorbo de mi cafe y dio una calada al cigarro.


Mirandome con sus ojos negros, indagandome, hurgandome el alma como la vispera habia indagado mi cuerpo.


Desprendimos nuestro sexo en aquella misma esencia de lo publico, en la suavidad de besos cargados de deseos, de sueños, de amaneceres


inciertos. Estasiados estallamos los dos, en el sudor perlado ante el sol, que testigo de los dos, encendio aun mas la mañana, tirando


de las nubes que impedian su vision.


Fue disfrutando el silencio de aquel desayuno escaso y puto de pasion donde la realidad golpeo nuestra consciencia. El ruido del exterior acusaba


la diacona vida que nos llamaba. Nos mandaba a la oscuridad de nuestras realidades.


Hubo palabras? no lo se, cada uno en sus pensamientos, mi ultimo recuerdo fue un beso tierno en los labios, mientras vestia su


cuerpo en una suave vestido tornasolado, yo miraba al balcon y la ciudad que bullia debajo, prendi un cigarro y mientras sentia el perfume


escabullirse por la puerta, di una calada profunda, dando mis condelencias al momento que moria.


No era raro pensar en las premoniciones que se conjeturaban. no habia pasos mas alla de aquellos y con suerte alguna reliquia


olvidada asentaria el recuerdo de aquella gacela que huia a su vida cotidiana y dejaba a este escritor sumido en sus pensamientos


en la prosa sangrante de mis venas, que goteaban la tinta de amores tan prohibidos como permitidos.


Era asi la vida misma, y sin sumirse en la melancolia asiaga ni en las vueltas melancolicas extendi mi mente hacia el lado mas oscuro de mis pasiones, plasmandola en letras de tinta y oleo.


Un lienzo sobre la pared ahora encarnaba mi ira, quizas mis ansias o mi deseo. El pincel que sangraba oleos y salpicaba mi cuerpo


parecia endemoniado en mis manos, encarnando lso fantasmas de un pasado y los demonios de un presente.


Nunca fui un artista, alguna mente enferma del otro delado del oceano consumia la basura melancolica que mi mente creaba y eso


habia hecho que unos años antes decidiera volverlo un trabajo de tiempo completo. Eso llevaba que de vez en cuando


mi propia psiquis se embarcara en temblorosos tuneles, buscando la propia esencia de la mente humana, lo mundano del alma,


lo impuro de cada uno de nosotros, de aquellos deseos que se esparcian en las sombras de nuestro subconciente, reservado para


aquellos que solo perdian el temor de lo incierto.


Mi editor estaba contento con mi trabajo, despues de todo nos habia permitido a los dos sobrellevar las vicisitudes economicas sin sobre saltos.


Yo ahora era un artista, raro artistas que se mecia entre la dualidad de una vida que no siempre habia sido la misma. entre la frialdad de los negocios,


el conocimiento frio y calculador de lo logico, las pasiones de los cuerpos y la prosa perdida en versos tan amargos y especiados como cada bocanada de aire


que expelia mi cuerpo.


Al mediodia estaba mas que agotado. El frenesi habia quedado atras y estaba derrumbado en el sillon, mirando de reojo el lienzo terminado a unos pasos


y un sin fin de hojas manuscrito apiladas sobre una mesa de cafe que acusaba limpieza.


aun desnudo me estire para alcanzar mi telefono celular y marque el numero de mi editor.


- Decime que...- Dijo la voz del otro lado apenas atendio.


- Termine.- Dije sin mas.- solo falta pasarlo.


- Genial!! PERFECTO!!.- Exclamo en un jubilo que me molesto, aunque entendia que solamente era mi cabeza rota y cansada la que hablaba.- Ya llamo y hago todo. Vos estas bien?.


- Como siempre no te preocupes.


- Ok Cuidate en un par de horas estoy ahi y vemos.


- Ok.


Colgue el telefono y me sumi en un sopor profundo. Eliminando los rastros de aquellas melancolia rara que se apoderaba de mi. Donde el recuerdo de los cuerpos, las esencias, las risas compartidas,


volvian a mi cabeza acusandome de soledad y vacio.


Casi de immediato el se presento de nuevo. Con su mirada burlonamente sarconica, su blanca camisa impecable y su corbatin negro. Los zapatos despedian un brillo casi sublime y en sus ojos se desprendia


la misma burla ironica cargada de un inteligencia que me hacia helar la sangre.


- No quiero ningun comentario esta vez. Ya no. Estoy cansado. - Le dije cerrando los ojos, dejando que el agotamiento abarrotara mi cuerpo.


- No voy a decir nada Juancito. No. En realidad. No tengo nada para decir. Sabes bien lo que pienso ya a estas alturas. Tu trabajo es bueno. Pero tienes que parar. Hay otras cosas que tenemos que hacernos cargo.


- Lo se. Dame tiempo. Esto... esto es mejor.


- No, no lo es.


- si. que estes de acuerdo o no, realmente no me importa. Tenemos que hacer mas cosas juancito. Estos caminos te estan matando por dentro.


- Y vos que sabes, no sabes como me siento.


- Juancito. Si eso fuera cierto yo no estaria aca.- Dijo con su mirada que pasaba de la burla a la pura condolencia.


Lo odiaba. Odiaba a ese particular personaje de mi vida. Y cuando se sento a mi lado y puso una mano sobre mi pierna a modo de consuelo senti la repulsion de mil vidas invadirme.


- Ya no puedo hacer lo que vos queres.- Le dije levantandome de un salto.- Ya no. No soy el mismo. Esta es mi vida ahora.


- Esto es un tiempo nebuloso. nada mas que eso. Pronto. Pronto sabras que no hay nada mas en vos mejor que la misma esencia que nos llevo hasta aca. Te necesito de vuelta. Te necesitamos de vuelta.


Me di vuelta y lo mire con ira. Sabia donde iba, sabia cual era su as.


- Todos te extrañamos. Pero ella mas.- Me dijo soltandome las palabras con pausas.- Ella aun te espera.


- Ella no existe!.- Grite.- nunca existio!.


- Aun asi te esta esperando. Te necesita. Al igual que todos nosotros.


- Ya no puedo, lo entendes?.- Abri mis brazos dejando mi desnudez y lo flaco de mi cuerpo mostrarse pleno.- Mira lo que soy, la sombra de lo que era. Una puta sombra. Ya no tengo las fuerzas de antes.


- Pero sigue adentro tuyo. No escuchas el llamado? No es por eso que te moris de melancolia. Te haces mierda en cuerpos insensatos, en alcohol, en esta vida de mierd que elegiste?. Aceptalo, no vas a poder


cambiar lo que sos. Y vas a morir evitandolo.


- No puedo. Ya no.- Dije rompiendo en un llanto que desgarraba mi cuerpo y mi alma. Me acurruque en el piso, hecho un ovillo.- Ya no puedo.


- Pero debes.


El sol de media tarde entro por mis ventanales y me encontro vulnerable en el piso de mi departamento. Llorando en la soledad de mis pensamientos, en los laberintos que parecian insondables y a la vez


tan obvios. Esta lucha entre lo incierto de mis pasos y la seguridad de mis designios. Esta mente que me consumia la misma vida y parecia acusarme de mil errores, de mil cuerpos de excesos de escapes.


Sabia que mi alma se retorcia entre las tinieblas de un infierno profundo. Ella me esperaba. Y aun asi. mis errantes pasos no la habian encontrado, en esta soledad mi vida incompleta, todo parecia Caos.



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